Peligros y tentaciones editoriales 2
Mártires o abusadores Otro peligro, que no depende del corrector, se oculta en las economías editoriales, las cuales, muy habitualmente, pretenden supercorrectores : delegan todos los pasos de la corrección en una misma persona, superponiendo incluso, a veces, macro y microedición. Cuando recibe las correcciones hechas a las primeras pruebas, para su revisión, este corrector crónico y omnipresente ya se ha vuelto parte de la obra y no puede tomar la distancia necesaria para llevar a cabo la tarea que se le está encomendando. Ya no ve ni encuentra por más que busque, porque el constante contacto le ha vuelto habitual el texto y —como lo viene sosteniendo Proust desde hace más de un siglo— el hábito vuelve invisible la realidad —léase: “los errores”—. Remito al calificadísimo Marcel, que por siete tomos anduvo en busca del tiempo perdido: los correctores no pueden confiar en alguna azarosa epifanía que descorra los velos. Detalle del manuscrito de Por el camino de Swann , B...