Número / Nº / N.º


Dicen las leyendas que esa n con una bolita no es una abreviatura o que, si alguna vez lo fue, lo olvidó por accidente o maleficio.


En la página de legales de casi todos los libros, cuando se menciona que se ha hecho el correspondiente depósito de ejemplares “que previene la Ley 11.723”, aparece una bolita voladora que deja a la N como un jugador de vóley congelado en pleno saque. En el número de la edición o la reimpresión, la bolita se transforma, con buena fortuna, en ª cuando así corresponde.





¿Cuál es el origen de semejantes accesorios ornamentales?

Dicen las leyendas urbanas que esos números o esa n con una bolita que flota no son abreviaturas o que si alguna vez lo fueron lo han olvidado por accidente o maleficio, al punto de que hasta el corrector de word los señala. Y, como consecuencia de este extrañamiento u olvido, se les ha sacado el punto que toda abreviatura debe llevar. Es más, en esas mismas leyendas se desconoce, e incluso se niega con total descreimiento, la existencia de unas letras llamadas "voladas o “voladitas”, por más que se las vea volando. No se da fe de su existencia ni en las erratas. Tal vez la desaparición cataclísmica de las erratas o el descreimiento en ellas sea parte del vacío existencial que viene avanzando a paso firme sobre todo desde la segunda guerra.

A causa este sincretismo entre la fe popular y la economía de recursos se nos están llenando los libros, las revistas, las cartas, los correos, Facebook y ni qué decir Twitter, que así se ahorra un espacio, de escaramujos flotadores. ¿Es solo superstición que clama por desmentidos o sabiduría popular que está formando el lenguaje a su imagen y semejanza?


Desmitificaciones

Si, para desmitificar estas fábulas, vamos a la Ortografía o al Diccionario Panhispánico de Dudas (fuentes lábiles –en cuanto que han de mutar por la fuerza del idioma– de mucha normalización y alguna sabiduría, y con las que podemos libremente no acordar en textos literarios, pero que deben respetarse en el ámbito académico –y por acá andamos con esto, aunque el blog no lo sea–), encontramos que debe ponerse el punto:  

Se escribe siempre punto detrás de las abreviaturas, salvo en el caso de aquellas en las que el punto se sustituye por una barrac/ por calle, c/c por cuenta corriente, d/f por días fecha, d/v por días vista (no debe dejarse espacio entre las letras y la barra; si la abreviatura se compone de dos letras, el segundo elemento tampoco lleva punto, salvo que se trate del que marca el final del enunciado). Otra excepción son las abreviaturas que van entre paréntesis, que también se escriben sin punto: (a) por alias. En las abreviaturas que llevan letras voladas, el punto se escribe delante de estas: Sr.a, 3.er. ” (El subrayado es mío. En línea, Ortografía, p. 574, o en el DPD, entrada “abreviatura”).




En fin...

Tomándolo como de quien viene –que Real Academia suena a imperio y conquista–, hagamos el uso que nos plazca del lenguaje: conservador, anarquista, revolucionario o simplemente supersticioso. Eso sí, no olvidemos que es un código y que ha de poder descifrarlo su destinatario.

Con respecto al error del que hablábamos, está tan difundido que va queriendo entrar a la historia de la lengua más que pasar a mejor vida, por lo que en la próxima edición de la Ortografía nos encontramos con el punto previo a la voladita... Y tomaremos un vino, juntos, o brindaremos por su ausencia.



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